Aprovecho este conocido estribillo de la música pop de nuestro país para destacar lo único remarcable de una tarde noche, la del 7 de septiembre, que no pasará a la historia por el iPhone 7 o la PlayStation 4 Pro, sino por la llegada, al fin, de Mario a los teléfonos móviles.
La búsqueda de nuevos negocios por parte de Nintendo le llevó hace algunos meses a anunciar su llegada a los smartphones de última generación. Se conocía que tarde o temprano el fontanero italiano iba a salir de la tubería de un móvil, pero por supuesto no se sabía cuándo.
Se esperaba un Nintendo Direct para anunciar el desembarco del popular personaje fuera de su hábitat natural, pero en ningún momento, ni el más valiente de los analistas, pudo imaginar lo que ocurrió anoche: el mismísimo Shigeru Miyamoto irrumpió en la keynote de Apple para vestirse de Steve Jobs y recuperar la esencia de la manzana, muy perdida en la ausencia de su cofundador.
Miyamoto se coló en la fiesta de Apple, se lo pasó en grande y, tal como vino, se fue. Dejó su semilla, será recordada durante años, y sin eliminar su eterna sonrisa abandonó el escenario con los deberes hechos. Miitomo fue un experimento social de Nintendo, reto a cualquiera a que me niegue este hecho, y el éxito de Pokémon Go, a pesar de no ser cien por cien de la Gran N, le dio alas para expandir sus tentáculos al mundo móvil, y lo ha hecho a lo grande: con el Balón de Oro de su catálogo de personajes.
Fuera de Super Mario Run, la presentación del iPhone 7 no trajo novedades destacables y terminó por confirmar todos los rumores que fueron sonando durante los meses previos. El teléfono es más potente, no tiene puerto de auriculares tradicional y vuelve el negro. Y ya está. No hay revolución. Dos horas de keynote para no ofrecer “nada”.
Mucho peor fue lo de Sony. Para empezar el ritmo del PlayStation Meeting fue demasiado lento. Los encargados de presentar el evento mostraron las novedades sin ganas. “Esto es PlayStation 4 Pro y si queréis la compráis y si no, pues no lo hagáis”, parecían decir. El entusiasmo por presentar una nueva consola brillaba por su ausencia.
No es de extrañar, todo sea dicho de paso. PlayStation 4 Pro no es lo esperado. Se trata de una revisión y una mejora de la consola original sin duda, pero no tiene alma. Es un simple parche para la realidad virtual y para callar las bocas de todos aquellos que clamaban al cielo con la resolución 4K. Una actualización innecesaria teniendo en mente la salida de Scorpio en un año.
Su 4K será reescalada y ni siquiera tendrá la opción de reproducir películas en esta resolución. Muy torpes se deben mostrar en Microsoft para no aprovechar el grave tropezón de Sony con PlayStation 4 Pro. Se trata más o menos de una Xbox One S y la amenaza de Scorpio, nombre muy de James Bond, se encuentra en el aire. ¿Qué has hecho Sony?
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