Street Fighter V: la vergüenza de Capcom

Con total seguridad, ninguno de los lectores que encaren este artículo conozcan mis gustos en los videojuegos. Son bastante sencillos: FPS, aventuras, juegos deportivos, carreras y lucha, sobre todo lucha. No me gusta complicarme con juegos interminables con opciones variopintas.

Street Fighter V: La vergüenza de Capcom

De entre todos ellos, hay uno que sobresale y que han protagonizado cientos, si no miles, de mis horas delante de una pantalla: Street Fighter. Desde que en 1991 llegara a los salones recreativos la segunda parte de la mítica franquicia de Capcom, Street Fighter II, la desarrolladora japonesa sabía que tenía una franquicia que explotar y no ha dudado en hacerlo durante los 25 años que han pasado desde entonces.

Las peores bodas de plata de la historia

Capcom sabía que tenía un caballo ganador. Pronto comenzó a estirar el chicle con conversiones a todos los sistemas posibles y diferentes versiones del mismo juego, con pequeños cambios que intentaban justificar la nueva inversión del jugador, algunos tan cogidos por los pelos como nuevos colores en los trajes de los luchadores.

Todas estas ‘jugarretas’ de Capcom las perdoné tras ponerme a los mandos. Siempre consiguen la dosis de adicción exacta para mantenerme pegado a los mandos de la consola que sea. Lo que no es fácilmente perdonable es lo que han hecho con la última entrega, lanzada hace escasos días para que coincidiera con las bodas de plata del lanzamiento de la segunda parte.

La historia que ha creado Capcom es una obscenidad

Street Fighter V es, a día de hoy (23 de febrero de 2016), un juego sin terminar. Una vergüenza. El single player consiste en el modo supervivencia y el de historia. Pero la historia que ha creado Capcom es una obscenidad con una duración de ¡5 minutos!, y siempre en el mejor de los casos. Si se omiten los diálogos de los personajes (en unas viñetas inanimadas), esta pantomima dura exactamente tres combates de un round, por lo que en menos de un minuto un jugador (no demasiado habilidoso) podría terminar la historia completa.

Luego está el modo online, con algo más de opciones disponibles, pero con un funcionamiento que sobrepasa lo grotesco. El lag está presente en casi todas las partidas disputadas y el tiempo de espera para encontrar un rival se eleva a varios minutos. En muchas ocasiones, cuando se comienza a jugar, ya ni apetece.

Ese no es el camino, Capcom.

El principal problema es que Capcom lo sabe y prácticamente se ríe de los jugadores. No le importa los errores en las partidas online o el espantoso modo para un jugador. Ellos tenían ese plan y nadie les iba a impedir lograrlo. Ya lo arreglarán con contenido descargable gratuito, en el que llegará, supuestamente, un modo historia en condiciones y nuevos luchadores (y, como no, más trajes de colores). La pregunta es fácil: ¿qué les hubiera costado retrasar el lanzamiento unas semanas para no presentar a los fans un juego a medio hacer? Ese no es el camino, Capcom.


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