La Sociedad de la Información ya está aquí, y si no se ha enterado es que no vive en este planeta. Si no tiene correo electrónico desengáñese: ¡no existe!
Una urgencia desmedida por ‘hacerse digital’ surge por doquier y conmina a hacerse digital a cualquier precio. Hay que formar parte tanto de la nueva Sociedad Red. Las autoridades se han puesto en marcha un plan para acabar con los infopaletos pero, ¿alguien sabe cómo?
Hará unos años y, desgraciadamente con no mucha fortuna, Miguel Ángel Rodríguez alertaba ya contra los peligros del ‘Analfanautismo’. Desde entonces una serie de voces vienen resuenan constantemente alertando sobre los peligros que el hecho de ser un analfabeto digital entraña en la Sociedad de la Información. Pero el problema está mal enfocado desde el principio.
Parece que existe una marcada tendencia a confundir el conectar toda la sociedad, es decir, que la gente compre ordenadores, que se llenen las ciudades de fibra óptica e incluso que aumente el número de la gente que se conecta a Internet, con dejar de ser un analfabeto digital.
Como señalaba Manuel Castells, “abunda la idea de que Internet está creando un mundo dividido entre los que tienen y los que no tienen Internet, pero aunque si bien es cierto que hay una gran diferencia entre los porcentajes de penetración en el mundo, no es menos cierto que las tasas de crecimiento de Internet en todas partes son altísimas, y lo que hoy día se llama la brecha o divisoria digital, digital divide en Estados Unidos, que es, fundamentalmente, la falta de conectividad en nuestro tipo de sociedades, distinto del Tercer Mundo, está dejando de ser un problema”.
Digitaliza que algo queda: una nueva cruzada
Y es que parece que, al menos en España, no se entiende muy bien esto de la Sociedad de la Información. Se confunde saber utilizar los recursos que la Red ofrece en beneficio de las personas con conectar de punta a punta el país, con llenar las escuelas de ordenadores o con mandar autobuses cargados de PCs para que vayan por ahí colonizando los pueblos de España. Es mucho más.
Imaginen que alguien que no sabe leer entra en la Biblioteca Nacional, por poner un ejemplo ínfimo respecto a la Red, pero notable respecto al Mundo Real. Le dicen: aquí puedes encontrar toda la sabiduría que buscas; muchos de los mejores libros del mundo están a tu alcance. Esa persona, seguramente diría: ¿de qué me sirven a mí todo estos libros si no se leer? Pero vayamos más lejos. El mismo escenario se produce con alguien que si sabe leer, pero que no ha estado nunca en nada parecido a una biblioteca.
Quizá su primera sensación, cuando por fin puede acceder a tan ingente cantidad de libros, sería de decepción. Porque igual quiere buscar algo que no encuentra. Y a pesar de que le hayan dicho que dentro de ese edificio puede encontrar toda la información que desee, si no puede acceder a ella se quedará frustrado.
Este ejemplo quizá pueda parecer excesivo pero es real. Muchas personas ajenas por completo a la Red que, después de ser convencidos de sus bondades por amigos, parientes y vecinos deciden adentrarse. Se compran un ordenador, un módem y contratan una tarifa plana (acciones todas ellas que sí incrementan las estadísticas que reflejan lo bien que va la Sociedad de la Información). Y cuando por fin consigue conectar todos los aparatos y ser uno más de los incluidos, muchas veces piensa.
¿Y ahora qué?
Como un pulpo en un garaje
Pues que se sienten perdidos como un pulpo en un garaje. De eso se trata la alfabetización digital, no sólo de máquinas conectadas, módem o de ventas de PCs; se trata de saber qué hacer una vez que se entra en la Red. Aunque los ejemplos de nuestros vecinos europeos tampoco ayudan demasiado. Los británicos se han puesto a conectar escuelas como locos y ya presumen de tener casi la totalidad de los colegios conectados. Pues idem eadem idem.
No se trata tan sólo de instalar máquinas en las aulas. Se trata de que alguien que de verdad conozca la Red, enseñe a esos chicos a hacer algo útil con Internet, y como los docentes de otros países estén tan familiarizados como los de aquí, estamos apañados. Hay otros que se creen que estar en la Sociedad de la Información es poner chats para hacer la matrícula en las universidades, recibir las notas por el móvil o cosas así. Y aunque parece que los adolescentes ven en la Red una ayuda para hacer los deberes: algo es algo. Pero si el precio es que ya no pisen las bibliotecas, nunca se sabe que es mejor: un roto o un descosido.
Un pasito p\’alante, un pasito p\’atrás
Porque esto de la Sociedad de la Información es muy difícil y claro, nunca se sabe si se avanza o se retrocede. Por un lado, la ministra Birulés asegura que \”ganaremos el futuro\” y que \”España ha avanzado significativamente\” en el establecimiento de la SI. El otro día presentó el \’Plan de Alfabetización Digital\’, parte del proyecto \’Internet para todos\’, ambos dentro del Plan de Acción Info XXI. Y ella sin enterarse de que vamos en autobús.
O sea que para la ministra \’ser digital\’ consiste en asistir a unos cursos se impartirán por el profesorado de los centros de formación, que previamente recibirá asistencia técnica por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cuyo departamento se encargará de distribuir a los centros los materiales de soporte. Secillísimo. Eso sí, por el módico precio de unas 2.500 ptas. (unos 12 dólares), al finalizar los cursos, semanales de quince horas lectivas, los asistentes recibirán un \’carnet básico de internauta\’ que les acreditará de la realización del curso. Se prevé que dichos cursos los reciban alrededor de un millón de personas que, con su carné y todo, serán digitales al finalizarlos. ¡Todo un chollo!
Pero mientras unos dicen que la SI en España avanza, otros dicen que tiene \”parálisis\”. Según afirma el senador socialista Félix Lavilla: \”el Gobierno no apuesta con suficientes medios e impulso político las posibilidades de la lengua castellana en beneficio de la cultura y el potencial económico de la Red, incumpliendo así los anuncios y previsiones del Plan gubernamental de Acción Info XXI\”.
Los expertos opinan
Algunos expertos opinan que la sociedad moderna esta experimentando una nueva forma de analfabetismo llamada \’analfabetismo digital\’, carencia que se asocia a la \”falta de conocimientos y de destrezas necesarias para usar las computadoras personales (PCS), las agendas electrónicas y los celulares, los sistemas que corren en estos equipos y navegar en Internet y que parece ser afecta a los mayores de 30/35 años que sienten temor, odio o desinterés por todo lo relacionado con las computadoras\”.
La mayoría coincide en que es necesario enseñar y educar en el ciberespacio. El profesor del Departamento de Arquitectura de Computadores de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), Jordi Domingo Pascual, opina que \”es necesario por parte de los educadores un esfuerzo muy importante para enseñar y educar en la red.
No es suficiente poner ordenadores, aulas de informática, talleres multimedia en las escuelas y conectarlos a la Red. Esto es el primer paso, imprescindible pero insuficiente\”. Para Domingo, \”el reto para las escuelas es preparar una educación en la Red\”.
Por su parte, Jaime Samarranoma, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona opina que: \”no se puede pretender que se realice una enseñanza individualizada en las aulas con actividades siempre colectivas e iguales para todos. Hoy no deberíamos concebir un proceso de aprendizaje donde el alumno no realice parte del mismo a través de las nuevas tecnologías y ello desde que empieza a aprender a leer y escribir\”. Joaquín Llisterri, afirma que \”el desarrollo y el uso de las denominadas Nuevas Tecnologías del lenguaje, como son los traductores de texto y de conversaciones o los correctores ortográficos y gramaticales, permitirán romper las barreras lingüísticas\”.
Pero ingerir no es digerir…
Quién da en la diana del problema es Luis Ángel Fernández, uno de los mayores expertos en Educación e Internet, que ya por el 97 definía bien el problema en su artículo \’Alfabetismo digital\’. En él describía la sensación de alguien que al acercarse a la SI: \”Sí, todo eso es muy interesante, pero para mí la cuestión es cómo aprendo a manejar Internet para llegar a aprovecharla de la manera que nos ha explicado. Cuando accedo a la Red, o no encuentro lo que necesito para mi trabajo (estudio, investigación o lo que sea), o descubro cosas muy interesantes ajenas a mis necesidades inmediatas que me hacen perder tiempo porque no me puedo dedicar a ellas, o no logro organizar la información de una manera manejable\”.
Y como bien resalta, \”esta no es una declaración típica de un tecnófobo, sino la declaración de quien quiere acceder a la información y el conocimiento y no posee los elementos básicos, el alfabeto, los prerequisitos de la cultura digital, para abrir este nuevo medio y aprovechar sus riquezas. También es una declaración sobre la creciente complejidad del sistema y la dificultad de apropiárselo: se ve lo que hay a primera vista, pero cuesta penetrar y estimular el desarrollo de dinámicas a partir de las acciones propias porque esto supone una maduración cultural de la Red, que no viene con el disquete de conexión\”.
Continúa su acertada reflexión en el artículo \’Alfabetización digital obligatoria\’ al resaltar que \”la invención de la imprenta ya trazó la línea divisoria entre las tecnologías medieval y moderna y creó los analfabetos. Aunque los analfabetos que creó la imprenta hoy gozan de buena salud en la mayor parte del planeta. ¿Podremos decir lo mismo dentro de unos años de los analfabetos digitales que crea Internet? ¿Estamos en condiciones de iniciar una discusión sobre la alfabetización digital obligatoria? ¿Cuál debiera ser su marco territorial, político? \”
Fernández Hermana señala que \”hay que desarrollar una nueva pedagogía adaptada a Internet\”, lo que no parece tener mucho que ver con \”el escaso alcance de una cierta política oficial comprometida con llenar las aulas de ordenadores para no plantear la discusión en sus justos términos. No me parece aventurado pronosticar que el destino de nuestras sociedades estará indisolublemente vinculado a la forma –y el tiempo– como resuelvan esta cuestión de la alfabetización digital obligatoria\”. No se vive de lo que se ingiere, sino de lo que se digiere. En la educación, más.
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