¿Estás pensando en comprar un smartwatch? Yo, en los próximos dos años, te aseguro que no.
Mi vida no va a ser más fácil, ni más cómoda, ni más divertida por hablarle a mi muñeca como lo haría David Hasselhoff para conectar con KITT (y eran los años 80), por un nuevo gadget, o wearable para los puristas, que innova poco en estos momentos.
Ni siquiera me gusta el nombre de \”reloj inteligente\”, cuando toda la inteligencia es copiada del cacharro padre, el smartphone. Puede que añadirle la palabra reloj a la denominación del aparato no le vino nada bien. También porque mi generación asocia el reloj con un producto duradero y el smartwatch al igual que el smartphone, tienen una caducidad rápida.
Al igual que pasó con los primeros teléfonos, todo tiene que evolucionar, y es lo que le pasa al smartwatch, tiene que tener un sentido propio más allá del propio desarrollo tecnológico como prolongación del móvil o hasta que sea tan miniaturizado como para ser implantado bajo la piel, sin necesidad de batería y retroiluminado sobre nuestra propia dermis.
Es caro, poco revolucionario, le falta integración y diseño, y encima tiene poca o escasa batería, aunque últimamente ya nos pasa lo mismo con los móviles; hemos pasado a la era \”plugged\” del smartphone y nos pasamos el día buscando enchufes. ¿Alguien recuerda lo que duraba la batería de un teléfono antes? Ya sé que tenían menos aplicaciones y usos que ahora, pero mirad el avance de los portátiles en potencia y autonomía.
Poco mercado de aplicaciones o imperfecciones por pulir también serían razones para el no, en un mercado que algunos consideran \”maduro\” y donde curiosamente los grandes fabricantes de telefonía no acaban de convencer con sus relojes.
Eso sí, la idea es buena, la defiendo y ha venido para quedarse: el añadido ideal de nuestro teléfono; sobre todo para no tener que sacarlo del bolsillo o cuando estás con las manos ocupadas, pero, por favor, hacerlo ya inteligente o llamarlo \”cosa conectada a tu teléfono que llevas atada a la muñeca y que necesitas recargar cada noche\”.
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