En EE.UU, cada vez más centros educativos incluyen los videojuegos en sus programas educativos, en buena medida impulsados por el deseo de la industria de que sus trabajadores del futuro, los jóvenes criados a los pechos de la Game Boy y la Xbox, se formen adecuadamente en la materia. Y los chicos lo agradecen; les gusta aprender a diseñar buenos videojuegos y potenciar las interacciones entre el usuario y el ordenador.
Desde el Brooklyn´s Pratt Institute hasta la Universidad de Colorado, se estima en cincuenta el número de centros de todo el país que apuestan por la nueva asignatura. O, mejor dicho, por los nuevos programas académicos, pues a tanto llega por ejemplo la Universidad de Washington, que ofrece una diplomatura en diseño de juegos; o la Universidad de Pennsylvania y su máster en diseño gráfico y tecnología aplicada a los videojuegos.
Jason Della Rocca, director ejecutivo de la International Game Developers Association, asegura que en los primeros momentos del desarrollo del juego Space Invader bastaba poner un puñado de trabajadores al mando de un desarrollador. Hoy, el proceso de crear un juego puede costar hasta 10 millones de dólares y la dedicación de doscientos empleados, lo que da idea del hambre del sector por encontrar gente capacitada y dotada de habilidades específicas.
Recientes estudios científicos revelan que el uso de videojuegos podría mejorar la atención en los niños. Parece que la utilización de juegos especialmente diseñados para entrenar a menores de edad sanos y mejorar su capacidad de atención ofrece conclusiones esperanzadoras. No es la primera vez que se habla de los efectos beneficiosos de los videojuegos.
Noticias relacionadas
-
Conferencias tecnológicas diversas e inclusivas en 2018
-
El Gobierno ayudará al sector del videojuego
-
Predicciones mundiales de la industria de TI para 2018